miércoles, 30 de marzo de 2011

Yonny Galindo/"Familia y escuela nos defienden mejor"

Por Yonny Galindo Marín
yonnydg@gmail.com

La bota militar viene avanzando raudamente. Ahora se mete en las escuelas con la excusa de enseñar a los niños la defensa integral, que si fuera de la nación preocuparía menos, pero la cuestión va por la defensa de un líder y una ideología comunista. Tenga usted la plena seguridad de que contra eso se va a movilizar todo el país democrático.

Defensa de las virtudes sociales es lo que se necesita enseñar en las escuelas, y eso no lo enseñan las botas militares, mucho menos las armas. Son los testimonios de vida espiritual, de amor, de paz y de solidaridad, primero en la familia y luego en la escuela, que hacen posible transmitir y transversar esas enseñanzas. Es de orden axiológico y no guerrerista las carencias en el currículo escolar. En nuestra sociedad teníamos arraigada una cultura de paz, pero que se ha ido desdibujando desde que el resentimiento, el odio y deseos de venganza social se incorporaron en el discurso de la alta oficialidad militar y política que nos gobierna. Hay que luchar denodadamente hasta lograr restituir esos valores e impregnarnos de una cultura de paz y dar al traste con todo lo que tenga que ver con muerte.

Aquí no hay peligro de invasión de ninguna potencia extranjera, en lo absoluto. Esas no son más que sandeces de un presidente que pretende nuclear a la sociedad entorno a él como único defensor de la nacionalidad, pero ese despropósito se lo vamos a tumbar en diciembre de 2012, no tenga usted duda de ello.

Ahora bien, muchos demonios nos han invadido desde hace 12 años, que se manifiestan en esas costumbres extrañas a nuestra idiosincrasia que atentan contra la dignidad de las personas, valga decir: ser sumisos, seguidores incondicionales y enfermizos de un hombre que pretende ejercer el poder por todos los tiempos por venir: uniformarnos de rojo para poder conseguir un empleo, resentir de todo aquel que pueda ser exitoso en los negocios, odiar a todo el que piense contrario, desdén por el mérito y el esfuerzo, el miedo a expresar nuestras opiniones o a manifestar inconformidades.

Esos misiles que nos han sido disparados desde distintos frentes asolan nuestra sociedad, producen sensibles bajas en la dignidad del ser humano, lo confinan a una suerte de opresión ideológica que le roba las posibilidades de libertad y autodeterminación para decidir autónomamente la educación que quiere para sí y para sus hijos, así como sus horizontes de vida. Esas son las verdaderas fuerzas del mal que han invadido y minado nuestra espiritualidad.

Contra esos enemigos es que tenemos que defendernos, y quien mejor lo puede hacer es la familia. Ella es la primera y fundamental escuela de socialidad (Juan Pablo II dixi), porque es desde su seno donde podemos adquirir conciencia de que todos somos iguales; que tenemos el mismo valor; que todos merecemos por nuestra propia condición humana, sin que medie ningún color político o ideología, igualdad de derechos, que todos deberíamos participar sin exclusión del mismo gozo y tener las mismas oportunidades; que deberíamos tener el mismo trato y condición. Contra esos escudos de armas no hay quien pueda.

Cuando hay familia que impregne el hogar de esos valores y una escuela reforzadora de ellos, no hay fuerza alguna, sean estas potencias extranjeras o individuos carismáticos, capaces de doblegarnos.

Familia y escuela nos defienden mejor, porque forman a un ser incansable artífice de paz y un valiente defensor de la dignidad de la persona humana y de sus derechos inalienables. Ningún militar puede meter sus botas en esto, so pena de aplastar jazmines.

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