domingo, 15 de mayo de 2011

Rosendo Acosta/"Sucre, la casa de Dios..."

Por: Rosendo Acosta
Presidente de la Corporación Socialista de Turismo del Estado Sucre

Nuestro Señor, creador del cielo y la tierra, hizo el mundo en siete días. Separó la luz de la oscuridad; hizo el cielo, el mar y la tierra; las plantas, el sol y la luna; los peces y los arboles; los animales y entre ellos, a nosotros, hombres y mujeres. Él miró al mundo y estuvo complacido de ello. Él hizo un mundo hermoso. Tras haber dedicado una dura semana al trabajo trató de descansar. Pero el séptimo día, resolvió en hacer su propia casa en el mundo que acababa de construir. Fue así que, con el alba de ese día, comenzó hacer la península de Paria, llena de muchos árboles, animales, ríos abundantes, playas boscosas y aguas termales; luego la península de Araya, en contraste con la anterior, la hizo atractivamente árida, con playas cristalinas de azules y verdes que se combinan, con una inmensa laguna que produce sal a cántaros, al lado de un golfo que representa un gran vivero natural.

También dedicó especial atención a Mochima, con playas que tienen muchos elementos característicos en común, como las tonalidades de turquesa a verde de sus aguas claras que retan a las paletas de la imaginación; desde arenas muy finas hasta coral molido que pasan del blanco al colorado; costas de sol y sombra impresionantemente frondosa; eternas nubes blancas y cielo azul que ayudan a conformar escenarios naturales magistrales. Ya finalizando el día, sobre Cumaná, Cumanacoa y Carúpano, decidió contemplar su obra, su casa, que hoy llamamos Sucre, ubicada en el oriente venezolano. Un lugar impresionantemente bello, donde sus habitantes queriendo nacer de nuevo no dudarían jamás en hacerlo aquí en esta tierra de gracia. El Creador dejó caer su bendición en todo este territorio, para que fuese la cuna de libertadores, poetas y cantores, impregnados en virtudes como la bondad, la generosidad, la hermandad y la honradez.

Si, Sucre, un hermoso nombre compuesto por cinco letras que abarcan 11.800 kilómetros cuadrados impregnados de hermosísimos paisajes, historia heroica y cultura. En nuestro territorio podemos disfrutar desde lo salado de la Laguna Madre de Araya hasta lo dulce del Valle de Cumanacoa; desde el calor tropical de Macuro hasta el frescor de Los Altos de Sucre; desde los áridos paisajes monumentales de Mochima hasta las playas boscosas de la península de Paria; desde el Turimiquire, fuente inagotable de agua dulce y “Manantial de Oriente” hasta el salobre Caño de Ajíes; desde el verdor de las aguas de Playa Medina hasta las azules aguas de Playa Brava en Chacopata; desde el más exquisito cacao de Irapa hasta la más dulce naiboa de Plan de la Mesa; desde la resistencia de nuestros primigenios hasta los símiles ideales de Sucre y Bermúdez; desde el “Azul de los paisajes abrileños...” hasta “Píntame angelitos negros”.

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