domingo, 24 de julio de 2011

Gonzalo Aragort/"Tercrita"

Por: Gonzalo Emilio Aragort Reyes
aragorrrt@hotmail.com

Muchos presidentes se han llenado la boca con el nombre de Bolívar. Lo endiosan, ponen en su boca frases e ideas que jamás pasaron por su mente. Disfrazan ideas y frases suyas para acomodar la historia al antojo y capricho. En su nombre han robado y usurpado vidas enteras. Algunos lo endiosan porque siendo un Dios cualquier cuento pasa como historia verdadera. Pero también lo odiaron, hasta el punto que en el siglo 19 en Caracas y Bogotá se decía que era capaz de dejar perder la guerra por irse a la cama con una dama ajena. Que era hipócrita, para desprestigiarlo y tratar de impedir que asumiera el mando de La Gran Colombia.

Sabían que perdía el control con la inquina. Le irritaban la adulancia y la mediocridad de quienes querían (Y quieren) poder sin tener mérito para ello y son capaces de destruir un proyecto de unidad para el progreso con tal de acaparar poder por la vanidad. Fue un héroe inigualable; y fue el venezolano más vilipendiado y castigado por el odio. Por eso murió triste, herido en el alma pues sabía de esa hipocresía. Supo que por siglos usarían su nombre en todo. Plaza Bolívar; mercado Bolívar; club hípico Bolívar. Burdel Bolívar. Revolución bolivariana. Un millón de bolívares; partido bolivariano. San Bolívar. Es como un permiso para hacer lo que sea.

Las sociedades en todo el mundo en todas partes, en todas las épocas, han jugado con nombres, méritos, glorias y errores de personalidades. Bolívar no se salvó de esa guillotina. Al contrario. Los que lo odiaron lo despellejaron vivo y los que lo endiosan lo tienen en altares de atraso y lo quieren enredar en líos de un siglo ajeno a él, con internet, celulares y cohetes a la luna. No lo dejan descansar en paz. Mientras tanto el populismo y la banalidad campean. El poder no es para el más culto y capaz sino para quien traga más saliva y harina. Dictadura de la mayoría en la 4ª y la 5ª.

De modo que una idea para los nuevos gobiernos post 2012, pudiese ser dejar a Bolívar quieto en su urna, halla muerto de lo que halla muerto. Dejarlo en su siglo. Dejar de darle su nombre a todo y de desear que vuelva a arreglar la nación que nos dejó. Pensar en el siglo 21. No en el 19. Bolívar pensó el siglo 20. No el 18 ni el 17. Y estoy seguro de que en ese empeño bolivarista exacerbado de este y otros presidentes está nuestro mal…, de ojo…

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