martes, 4 de octubre de 2011

Yonny Galindo/"La viña del Señor"

Por: Yonny Galindo Marín
yonnydg@gmail.com

Lectura del profeta Isaías que leímos en misa del domingo pasado (Is 5, 1-7): “Voy a cantar en nombre de mi amado, una canción a su viña. Mi amado tenía una viña en una ladera fértil. Removió la tierra, quitó las piedras y plantó en ellas viñas selectas; edificó en medio una torre y excavó un lagar. Él esperaba que su viña diera buenas uvas, pero la viña dio uvas agrias. Habitantes de Jerusalén y gente de Judá, yo les ruego sean jueces entre mi viña y yo. ¿Qué más puedo hacer por mi viña, que yo no lo hiciera? ¿Por qué cuando yo esperaba que diera uvas buenas las dio agrias? Ahora voy a darles a conocer lo que haré con mi viña: le quitaré su cerca y será destrozada; derribaré su tapia y será pisoteada; la convertiré en un erial, nadie la podará ni le quitará los cardos, crecerán en ella los abrojos y las espinas, mandaré a las nubes que no llueva sobre ella”.

Con una metodología de lectio divina analizamos el texto que tomamos del profeta Isaías y asumimos que el planeta tierra es nuestra viña mayor; le sigue nuestro país, luego nuestro estado, ciudad, vecindario y, por último, la más pequeña, pero, a su vez, la primera y más importante: nuestra casa. Quienes la habitamos somos la plantación preferida del Señor. Pero resulta que para el cuido, protección y gobierno empoderamos a malvados viñadores. Le dimos la presidencia, muchas curules en el parlamento, contraloría, procuraduría, fiscalía, defensoría, tribunal supremo, gobernaciones, alcaldías, en fin, lo pusimos a que nos administrara la viña. Aclaro que yo no, pero, igualito, gobernado estoy por esos truhanes viñadores.

Este poder no les viene de ahora, no, que va. Son muchos años, lustros y quizás siglos los que tienen gobernando, solo que ahora su condición demoníaca se le observa en el rostro, en el habla, con investidura y todo, no la disimulan. Antes actuaban un poco más recatados, vestidos de gentleman cuidaban las formas, eran otros, pero demonios al fin, solo que más democráticos.

Ahora bien, los empoderados viñadores endemoniados no están únicamente en las esferas del poder político, que va, también lo están en la oposición, en los medios de comunicación, en las Universidades, escuelas públicas y privadas, en los gremios profesionales, sindicatos, lo que es peor, hasta en la familia, y con mayor asiduidad y permanencia, eso es lo más grave de todo. Desde esos espacios íntimos y hogareños es donde más daños nos hacen, porque ahí es donde desovan para que en el resto de las viñas su presencia haga metástasis.

¿Por qué hemos permitido que esta viña del Señor haya sido administrada por tantos viñadores inicuos? Están claramente identificados, sin embargo insistimos con ellos. Esos son los fariseos que dicen que ser rico es malo, pero ellos lo son, condenan injustamente, insultan al contrario, asesinan, roban los dineros públicos, promueven el relativismo ético y moral, hablan de igualdad de género, violan los derechos humanos, inhabilitan al que puede derrotarlos, en fin, demasiado evidente como para ignorar tanta ignominia en nuestra propia viña. Si seguimos en esta viña empoderando demonios nos espera lo mismo, uvas agrias y, en consecuencia, seguiremos empobrecidos, pisoteados y mancillados, y el dueño de la viña, Nuestro Señor, nada podrá hacer. Por eso es que tenemos que cuidar nuestro metro cuadrado de este viñedo que se llama familia, protegerla y sanarla para que Dios vuelva sus ojos a ella y nos conserve para una vida más digna y feliz. Estas reflexiones que hoy les hice son válidas para todos, políticos, empresarios, maestros, padres, madres. Tenemos que cuidar esta viña, no hay otra.

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