lunes, 14 de noviembre de 2011

Gonzalo Aragort/"Tercrita"

Por: Gonzalo Emilio Aragort Reyes
aragorrrt@hotmail.com

Hace 20, 30, 40, 50 años, AD “ponía” a un gato angora como candidato y ese gato ganaba. Y si se le ocurría “poner” a un perro triste también ganaba porque la fuerza era del partido. Nunca “pusieron” ni a un gato ni a un perro triste, menos mal, pues seguro que ganaban. El poderoso buró sindical de AD casi desidia quién era candidato y quién no era candidato. Ser candidato a concejal o a diputado de AD o COPEI era sinónimo de burro amarrao leña segura.

Los dirigentes invertían para ser candidatos de esos partidos; luego el partido les daba votos. Quienes vivieron los años 60, 70, 80 y 90, saben que el jefe de AD o COPEI en cada pueblo era Dios, supiera o no leer, con o sin 6º grado, por encima de médicos, abogados, maestros, ingenieros, que debían bajar el lomo por un carguito ante el ser inmaculado, celestial que era el jefe de AD en el Distrito. ¿APOYAR AD CANDIDATO A CONCEJAL DE OTRO PARTIDO…? Nojoda, Primero muerto. Betancourt prefirió perder en 1968 con COPEI antes que dejar que Prieto Figueroa fuese el candidato de AD a la Presidencia porque lo tenía como comunista. Y prefirió perder porque estaba seguro (Y ASÍ FUE) del regreso triunfal de AD en 1973, que se concretó con la llegada a la Presidencia de Carlos Andrés Pérez. Y volvió COPEI en 1978; y de nuevo AD en 1983 con Lusinchi. Y repitió AD en 1988. Eran los amos del país. DUEÑOS…!.

No era cuento, pues José Vicente Rangel dijo hace 26 años que AD era lo más parecido que había al pueblo venezolano. Partido hecho a imagen y semejanza e hicieron, junto a COPEI, URD, CTV y Fedecámaras un pacto de gobernabilidad que nos dio algo de estabilidad política. Hace 20, 30, 40, 50 años ser miembro del CEN de AD era mucho más difícil que ser Papa. El secretario general nacional de AD o COPEI mandaba tanto como el Presidente del País. Los embajadores de otros países primero pasaban por la oficina del jefe de AD en Caracas que por Miraflores.

Los gringos, chinos, alemanes, etc., oían primero a Luís Alfaro Ucero o a Eduardo Fernández que a Luís Herrera o a Lusinchi. El CEN era el cielo. El Vaticano criollo. Y de repente comenzaron a hacer política en las nubes, gravitaban, volaban, dejaron de oír al país y no se fijaron que el desgaste había comenzado; la conexión ya no existía y gritos de cambio se oían tan duro que hasta su cielo llegaban, sólo que ellos no oían. Caldera y Hugo los hirieron de muerte en 1992 y 1993.. Chávez los tiró en 1998. Y la fuerza celestial de 1973 se alejó tanto que ya ni candidato presidencial propio pueden tener. Ni un gato triste…

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