sábado, 19 de noviembre de 2011

Gonzalo Aragort/"Tercrita"

Por: Gonzalo Emilio Aragort Reyes
aragorrrt@hotmail.com

Esta Tercrita la escribo el miércoles 16, día mundial de la tolerancia, consciente de la inmensidad del término y de mi visión del acto de tolerar, casi lo más difícil de esta vida.... Tan difícil, que ninguna página de los programas de educación primaria o secundaria dedica una sola línea a tratar el tema como materia obligada para el examen de julio. Por eso es difícil (¿O imposible?) hallar niños que salgan de sexto grado o adolescentes de 5º año con capacidad o facilidad para hablar de este tema tan interesante y tan vital. Siempre he dicho que la persona más intolerante es la que se da golpe de pecho con esa palabra; que la más anti democrática es la que se llena la boca de democracia y la menos moderna es la que vive diciéndole atrasado a otro.

El menos cristiano, para mí, es el que no sólo se da golpe de pecho, sino el que va a misa para que lo vean y para que algo o alguien piensen en su cristianismo. Y el menos revolucionario o innovador es el que cree que descubre el agua tibia y se da el lujo de ver a los demás como raros. El intolerante no ve la importancia de otros en la vida. No acepta a otros con la excusa del defecto del otro. “Es muy atrasado, muy adelantado, muy joven, muy viejo, muy adeco, muy comunista, muy chavista, muy malo, muy bueno, muy esto y muy aquello…” Eso dice el intolerante de los demás. No ve su propio defecto ni ve que los demás se lo ven clarito.

Tolerar es una de las tres cosas más difíciles de la vida humana. Está en el mismo nivel de CREER, confiar, tener Fe. Y al mismo nivel de la paciencia, que, a su vez, está unida a confiar. Quizás la intolerancia y la impaciencia son la gran causa del fracaso de gobernantes a todos los niveles. Y seguirá siendo la causa mientras no le hagan curso de tolerancia I y Tolerancia II al candidato, más el examen de cultura general a él y acompañantes, porque hay que ver el daño que le hacen al país tantas personas aspirando dirigir el mundo sin saber soportar a los demás a su lado y sin tener capacidad ni humildad para ver su propio defecto, bien notorio por cierto. El intolerante suele ser mediocre.

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