Por: Amalio (Mayito) Solano
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El 21 de marzo es el Día Mundial de la Poesía. Propuesta que hiciera la Unesco en el 2001 y fuera aprobada para rendirle culto a la composición de los poetas. Toda persona tiene algo de poeta cuando escribe sus sentimientos en prosas versos, sonetos y décimas. O cuando de una u otra manera deja estampados sus pensamientos para el recuerdo, para cuando se encuentren con el pelo color nieve.
La poesía es el suspiro de los poetas expresada en las palabras que les nacen de cada latido del corazón, es el viento que en la espesura del mar anda errante cabalgando sobre las olas. La poesía es la madrugada de la noche que se resiste a recibir el alba y es el rocío que baña los pétalos de la flor que plácidamente duerme en su jardín o a orilla del camino con el fulgor de la luna. Eso es la poesía.
La poesía es el llanto de un niño para que lo amamante su madre, es la risa de ese ángel cuando juega con sus padres y cuando se encuentra con los otros niños y comparten sus juguetes. Esa es la poesía. Y de los poetas nacen ellas con sus nombres para dejar de ser de ellos y volando como aves, van surcando el azul del cielo en busca del horizonte. Y se pierden a lo lejos hasta que logran atravesar esa línea sobre el mar.
El Poeta Andrés Eloy Blanco (venezolano), sin llegar a imaginar un día, escribió su poesía “Angelito Negro”, y con muchísima razón pedía al pintor que le pintara un ángel negro, porque en la iglesia él no veía uno, sino puro blanquitos.
José Ángel Buesa (cubano), en su “Poema Del Regreso”, dice que viniendo del fondo oscuro de una noche implacable, se puso a contemplar los astros con un gesto de asombro. Ciertamente hay quienes se asombran al mirar la noche y ver sus estrellas, pero si no lo dice o no escribe lo que ve, nunca se sabe si viene del vientre de la noche oscura. Y eso hizo este poeta, escribir en el alma de la hoja blanca ese momento de una noche implacable.
Ernesto Luis Rodríguez (venezolano), con su “Rosalinda”, se fue una tarde. Una tarde linda y recordando a su mulata, sintió que un soplo de la brisa ingrata de la copla se le guindó. El poeta siguió su camino por ese llano sin ley, y recordando ese romance del Jaguey, llegó a su memoria el momento aquel cuando se la robó del caney; y en ese llano sin cortina vio que su “Rosalinda” tenía los senos bonitos.
Heli Colombani (venezolano), en su “Irapa Dios de la ira”, en uno de sus versos mira un mundo de luz en las ideas y considera que la palabra es abono para los campos. El poeta continua diciendo que tiene un arco y estira la cuerda para lanzar su afilada flecha. Y como poeta me imagino que esa flecha irá atravesando el viento furioso o calmado llevando sus versos hasta su tierra natal Irapa. El pueblo que despierta con el ruido de la mar.
Pablo Neruda (chileno), con su poesía “Me gusta cuando callas…”, encuentra que su amada está algo así como ausente, y cree que ella lo oye desde lejos; pero la voz del poeta no la toca y los ojos de ella, a él se les parece que se les hubieran volado y que un beso le cerrara la boca. A Neruda le gusta cuando ella calla. En ese silencio el la siente ausente, distante y dolorosa como que ella hubiese muerto. Pero se alegra tanto cuando oye de su amada una palabra y mira en sus labios una sonrisa, entonces sabe que todo aquello no es cierto.
Aquíles Nazoa (venezolano), en su libro de poesías “Humor y amor de Aquíles Nazoa”, nos dice en la primera estrofa de su “Matrimonio de pobre”: Hoy se ha casado Petra mi vecina;/su casa abierta está de par en par,/toda flores, champanña y gelatina/y poético aroma de azahar. El poeta le inyecta a sus versos la sangre humorística en las otras estrofas dejando que el lector se imagine cuando “el vehículo se aleja, (y) estalla un grito popular, de vieja, -¡Para Macuto, y a parir se ha dicho! Y así finaliza su poesía con la algarabía del público asistente.
Rubén Darío (nicaragüense) nos muestra en su libro “Poesía”, su composición “Versos de Otoño” y dice: Cuando mi pensamiento va hacia ti, se perfuma;/tu mirar es tan dulce, que se torna profundo./Bajo tus pies desnudos aún hay blancor de espuma, en tus labios compendia de la alegría del mundo.
El poeta grabó sus versos en la espalda de la hoja blanca para que los demás sepan lo que ha pensado y cuando más pensaba en ella, su amada, él percibía que su mirar se profundizaba y su pensamiento iba perfumado.
Así son los poetas. Convierten sus pensamientos, sus ideas en hermosas y bellas poesías; y de ellas viven cada día pensando quien las tendrás en sus manos.
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