miércoles, 8 de agosto de 2012

Opinión: Claridades de Rómulo Gallegos y Andrés Eloy

Yonny Galindo
yonnydg@gmail.com

Agosto es un mes propicio para el refrescamiento del espíritu libertario y democrático con las voces de don Rómulo Gallegos y del bardo cumanés Andrés Eloy Blanco. De verdad que cada palabra de ellos es claraboya por donde bajan chorros de luces. Quien haya estado en contacto con la escritura de estos dos preclaros venezolanos del siglo XX muy difícil que hoy pueda tomar opciones distintas a la de la democracia.

Para quienes han contemporizado en estos 14 años con estos revoltillos ideológicos bien que les cae un baño de estas palabras, porque en ellas está recogida buena parte de nuestra venezolanidad, y con ellos se respiran fragancias de libertad, muy lejos de las ordinarieces y baturrillos del lenguaje de la “revolución”.

Los natalicios de Gallegos y de Andrés Eloy Blanco pueden ser motivos para echarse unos buenos baños de letra propia y buena, y así desintoxicarnos de esta ingesta comunista del candidato-Presidente que bastante que nos empacha en sus cadenas abusivas y quien pretende subsumir su condición chapucera nada más y nada menos que a nuestra venezolanidad; ¿Habrase, usted, visto mayor despropósito?

Hoy, más que nunca, hay que leer a Gallegos y a Andrés Eloy, brillantes hombres que enaltecen la venezolanidad, y en sus palabras sí podemos decir que se encuentra nuestro gentilicio. Las claridades de estos dos faros nos reafirman cada vez más que por donde dijeron ellos es. En esta hora menguada, esta tierra de gracia tiene que volver a oírlos. Ya es una cuestión de asepsia, porque ante tanta imbecilidad que se les oye a los cagatintas del régimen, se higieniza y se refresca uno con esas palabras.

 Por eso, transcribo un fragmento de lo que dijo Andrés Eloy en marzo del año 1947, en plena Asamblea Constituyente, de la cual fue su presidente: “El Estado que yo sueño. El Estado que yo pienso no es el Estado que le dice a los hombres ‘permítanme pensar por ustedes’. No. Precisamente el Estado que yo quiero, para que ejerza la orientación y enrumbamiento de una educación, es el que aspira a reflejarse en hombres, no que lo copien a imagen y semejanza como cosa providencial, sino aquel que sepa cumplir con la responsabilidad que le atañe, de hacer hombres que no tengan quién piense por ellos; de hacer hombres libres, de hacer hombres para la democracia”.

 Líneas adelante dice Andrés Eloy lo siguiente: “Quiso Bolívar que el Senado de la República fuera un areópago, fuera como una escuela de gobierno, y que los hijos de los senadores fueran educados por el Estado, especialmente para la función de gobierno a imagen y semejanza del Estado. Y yo no comparto con el Libertador ni la teoría del poder Moral ni la teoría del Senado hereditario. No puedo compartirlo, porque mi Estado es otro del que concebía en aquel momento el Genio de América. Yo quiero al hombre a imagen y semejanza de la libertad, y concibo al Estado como el instrumento de que se valen las naciones para el logro y perdurabilidad de la libertad”.

 Ahora lean el soneto que Andrés Eloy le compuso a Gallegos: /Rómulo ya la patria está muy lejos;/ /la escucho ya en canciones y relatos,/ /la busco ya en sus cartas y retratos,/ /la encuentro ya como el amor a los viejos,/ /No digo aquella de los cien reflejos/ /en el machete de sus arrebatos,/ /sino la sin maldad y sin zapatos,/ /de pie y de agua, como los espejos./ /ya no queda nomás la que escribiste;/ /en tus libros su olor y su cadencia,/ /su azul remoto en tu camino triste,/ /su rumbo y su paisaje en tu conciencia./ /lo demás es tu pálida Teotiste,/ /la mitad gloria y la mitad ausencia”.

Palabra de Andrés Eloy.

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