Por: Yonny Galindo
Así como el saliente Presidente chocó con los verdaderos obreros de las empresas básicas de Guayana, en el momento cuando le mostraron el tremedal de la ineficiencia, indolencia y corrupción donde se hunden dichas empresas, de esa misma manera colisionaría el Presidente con la educación si se atreviera a estar cara a cara con los verdaderos docentes que lidian día a día con los males y con la ineficiencia del gobierno.
Recibí un correo de Rosa Ramírez, docente de una escuela de Puerto La Cruz, en donde me describió toda la tragedia que viven sus muchachos y de las que el gobierno no se ocupa. Aquí les transcribo buena parte de esas calamidades por las que ella y sus colegas pasan:
“En la escuela donde yo trabajo se evidenció este año escolar pasado que muchos niños se inscribieron y nunca asistieron, lo peor es que nadie retiró sus documentos; también se evidenció que muchas niñas desde 6° grado dejaban de estudiar porque se enamoraban y se iban con sus parejas a vivir; además, niños que iban a la escuela esporádicamente y se perdían por largos lapsos de tiempo, que si son aplazados o no, ni a ellos, ni a su familia ni a nadie les importa.
Basta con ir al mercado municipal y ver cuántos de nuestros alumnos trabajan allí y la mayoría vende bolsas y plátanos, y otros que trabajan en el ferry cargando bolsos, y llegan a la escuela después de la una de la tarde, sucios, malolientes, sin comer y a veces hasta se duermen en el colegio por el cansancio que les genera levantarse a las 4:00 am. Más de una vez las docentes hemos levantado actas y citado a representantes, a la Defensoría, al Cedna y al Distrito Escolar por esta causa y quienes salimos perdiendo somos nosotros, porque no se busca solución sino culpables y resulta que a nosotros, los educadores, nos echan la culpa y nos obligan a ir pasando de grado a estos niños, pese a que no cumplen con la asistencia, actividades, responsabilidades, ni las competencias mínimas para ser promovidos de grado, en vez de comprometer a esos representantes a que sean ellos los que trabajen para sus hijos (como debe ser) y que velen por la educación, permanencia y la participación activa de estos niños en la escuela”.
Dios quiera que Rosa no reciba el castigo de la exclusión por atreverse a contarnos parte de las tragedias escolares que sufren sus alumnos. Ya sabemos que así es como responde el régimen ante cualquiera que responsablemente devele las realidades que agobian a su institución escolar, utilizando a los directores de escuela como sargentos de milicias, para que pongan en “cintura” a cualquiera que ose decir la verdad de su plantel. Rosa, esa también es parte de las calamidades que sufre la educación venezolana y con la que tenemos que acabar en un nuevo gobierno que se ocupe de hablar menos y de hacer más por la educación. Gracias a Dios podemos contar contigo y miles de docentes comprometidos para hacerlo.
Esos muchachos, que sus padres inscribieron y después nunca asistieron, forman parte de los cuatro millones de jóvenes que, según investigación de Bravo Jáuregui, están fuera del sistema educativo. Así como el territorio “libre de analfabetismo” nunca existió, tampoco existió el llamado “milagro educativo”. Todo ha sido farsa, circo y propaganda. Si no fuera verdad eso que afirman estos reconocidos educadores, cómo es que, nos dice Rosa, “en los liceos, hay tres secciones en cada año escolar y en cinco años, cuando toca graduarlos, una sola sección es la que celebra porque los demás se quedaron en el camino”.
El saliente Presidente debe sentir diariamente muchas cachetadas de esos niños y niñas excluidos y en la pobreza extrema. Nosotros se las vamos a dar con cada voto para Henrique Capriles.
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