lunes, 18 de marzo de 2013

Opinión: Los penúltimos serán los primeros

Por: DR. ANGEL RAFAEL LOMBARDI BOSCAN
DIRECTOR DEL CENTRO DE ESTUDIOS HISTORICOS DE LUZ

¡Los “penúltimos serán los primeros”! Nunca entendí ésta sentencia bíblica. Tampoco entiendo mucho el ideario igualador dentro del entramado social bajo premisas fundadas en el resentimiento o la incompetencia, y mucho menos si se trata de ejercer cargos de alta dirección, cuyos yerros los pagamos los dirigidos.

Luego de la Revolución Francesa en 1789 se quiebra la visión aristocrática de ver al mundo desde la perspectiva de los de arriba con relación a los de abajo. El principio de Igualdad asociado al de la Justicia Social permitió avanzar hacia sociedades más racionales donde los derechos humanos y la dignidad de la persona fueron reconocidos e incorporados en el imaginario de la nación, de la patria. Los ricos tuvieron que aceptar la promoción de los pobres a través de la familia, la educación y el esfuerzo en el mundo laboral. La sociedad estableció unas nuevas reglas de juego donde todos nacían iguales y con las mismas oportunidades. Los privilegios que el linaje o el apellido otorgaban fueron barridos oportunamente, aunque es inevitable, encontrarse aún, con resabios de esa odiosa estratificación social en sociedades muy modernas con reyes y reinas idolatradas. Desde mi perspectiva, esto último, todo un anacronismo.

La Ley en última instancia establecía el marco normativo para actuar dentro de procesos de promoción deseables y saludables. Aunque no hay duda, que en última instancia, la meritocracia se imponía sobre ejecutorias de menor prestancia. Iguales ante la Ley aunque los mejores y más talentosos terminaban por capitalizar los cargos de dirección tanto en los ámbitos públicos como privados.

En la Venezuela de hoy, éste proceso se organizó a la inversa. Los “penúltimos serán los primeros” y los de abajo, por ser de abajo, merecen estar arriba, mas por lealtad política que por curriculum. Tal es el caso que nos ilustró Capriles Radonnski al señalar como una vergüenza que nuestro Ministro de la Defensa haya sido el penúltimo de su promoción.

Los defensores de los “penúltimos” ya se han hecho escuchar y alardean sobre los muy sonados casos de gente con malas notas aunque destacados en el ejercicio de la profesión. Y puede que sea así, pero no es lo usual, son sólo excepciones a la regla. Parte de la tragedia, que explica la postración en que se encuentra Venezuela, tiene que ver con ésta distorsionada manera de ver las cosas. El chapucero junto al “Dr. Chimbin” han marcado los rumbos de Venezuela y el costo en términos históricos ha sido de lo mas costoso.

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