De: Amalio (Mayito) Solano
El venezolano es y será siempre jocoso, esa es una de nuestras características. Hacemos humor y del bueno como ningún otro ser de este planeta. Nosotros inventamos y no somos inventores, pero algo hacemos. Por ejemplo hacemos reír y no somos cómicos. Lloramos y en medio del llanto nos reímos y hacemos que otros se reían de nosotros mismos. Así somos y nos burlamos, pero de esa burla hacemos un chiste y no somos chistosos, pero así somos. Nos reímos de la plañidera que la contratan para que llore porque a los dolientes del muerto le dan pena llorar. No lo hacen para que la gente no se reían.
Somos tan así que la oposición se ríe y goza de Nicolás Maduro, porque llegó manejando un bus hasta el Consejo Nacional Electoral (CNE), para formular su inscripción como candidato presidencial y luego se fue manejando hasta la Academia Militar, donde reposan los restos del comandante Presidente Hugo Chávez frías. Verlo manejando un bus a ellos les dio risa. ¡Y cómo gozaron viendo al autobusero manejando!
La oposición no acepta que el ayer sindicalista y autobusero, hoy sea el candidato a la presidencia por el partido PSUV y futuro presidente de la República Bolivariana de Venezuela, elegido por voluntad de la mayoría del pueblo venezolano. A la oposición, Maduro le da risa y picazón. Pero él se siente orgulloso de haber sido un autobusero y honesto trabajador que trasladó a miles de personas de un sitio a otro para que cumplieran con su deber.
La oposición olvida que éste “autobusero” tuvo entre sus maestros a un gran maestro, al comandante Hugo Chávez, que durante seis años y medio este hombre fue su canciller, su persona de confianza, su alumno a quien lo enseñó y lo preparó para ejercer la presidencia.
De todas esas personas que se ríen o se han reído de Maduro, sin que ellos sepan, él también se ríe de sus ignorancias. El Presidente encargado y candidato a la presidencia se ríe porque la oposición se “pone la máscara de buenos modales”. Pero se entristece porque son unos “hipócritas fariseos que desprecian al pueblo”. Por eso Maduro se ríe.
También hay opositores que se ríen de su candidato Capriles, como le escuché a una señora. Se reían y decía que le daba pena ajena por las barbaridades que dijo a través de la televisión. Y tiene razón la mujer. Se pudo dar observar en las ruedas de prensa donde no enfocaban ni al periodista cuando le formulaba la pregunta al candidato. Por eso los chavistas también se rieron.
Ahora el candidato oposito la agarró con Maduro y dan ganas de reír cuando dice: es contigo Maduro”, “No te voy a dejar el camino solo”. Y da risa cuando pela las dos paraparas de ojos como venado asustado en medio de la selva, y se pone a ver de un lado para el otro para ver si lo están siguiendo o le están prestando atención.
Los chavista se ríen cuando ven al “candidato perdedor” beber más aguas que un camello y cuando lo ven desesperado ante cualquier entrevista. Y cuando está respondiendo, mueve la mano con dedo índice estirado dando impresión de no tener control de sí mismo. Ya es costumbre de él y da risa por no responder de manera clara las preguntas que le hacen los periodistas. Hasta ellos se ríen de manera disimulada que no pueden ocultar su risa ante un Capriles que se enreda respondiendo.
Quienes los vieron desesperado mandando a echarle agua a un bombillo que al quemarse echó humo, se rieron. Imagínense el desespero de esta persona que quiere ser presidente de la patria ante un incendio.
La gente se ríe y goza con los silencios de Capriles. Él es único en su estilo, parece que anda buscando a un amigo en el espacio para que le diga arranca Capriles. Ah, pero él también goza sabiendo que hay quienes sufren por esos silencios de muerte. Y así pasamos la vida entre chistes, risas, rabia y llantos. Ah, y cuando tenemos la oportunidad en la vida, nos reímos de la muerte.
Nos la pasamos riendo y criticando las cosas buenas y también las malas, nos la pasamos hablando sin saber la verdad de algo que ha sucedido y no nos damos cuenta de que las agujas del reloj nos señalan saltandito cómo se nos va la vida. Y riéndonos de los demás no nos damos cuenta que hay personas criticándonos riéndose de nosotros.
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