jueves, 1 de agosto de 2013

Opinión: Lo que hace Esther

De: Amalio (Mayito) Solano

Por los caminos de la vida nos vamos a encontrar con personas que tienen la habilidad de tallar figuras, hacer barcos y carros de madera; flores, botes, aviones, molinos de vientos y cualquier clase de adorno con las latas de aluminio que desechamos. Y es que son muy creativos. Lo que nosotros no hacemos con esos desechos, en sus manos se convierten en hermosas obras que luego muestran con orgullo al público.

Es así como entonces puedo hablar de una mujer de 91 años de edad, de piel blanca, pelo corto, sonrisa alegre y manos que denotan los años de trabajo que lleva realizando sus maravillosas obras.

Se trata de la guayanesa Esther Ochoa de Yaselli, y lo que hace es impresionante. Visitar la casa de esta apreciada dama, es sentirse rodeado de muñecas; muñecas que nos recuerdan cuando las mujeres y hombres pilaban el maíz. Y allí están sus negritas preciosas listas para tomar la mano de pilón y triturar el maíz, o pilar el plátano.

Conversar con Esther es viajar a sus años mozos, es sentir que vivimos su juventud cuando habla de sus creatividades en cerámica, arcilla y masa flexible. Es mirar en un pestañar de ojo todos esos objetos que en el pasado creó con tanta paciencia y que alguien pudiera conservar. Conversar con ella es sentirse atrapado en sus palabras como cuando atrapaba al hilo entre su dedo y la aguja para tejer.

Esther se emociona cuando habla de “las negritas”, sus elegantes muñecas que fabrica con arcilla. Son ellas quienes las ponen a pensar en una nueva pose, y en un vestido diferente. Y como esta dama confiesa que no le gusta estar sin hacer nada, se divierte moldeando sus figuras las cuales no tiene prisa para verla hecha realidad. Cuando están listas, le coloca sus accesorios como zarcillos, carteras, canasta con flores o frutas.

Y que decir de las flores que esta elegante dama realiza. Son sus manos testigos de las creatividades que dejan perplejo a las personas. Las botellas de plástico convertidas en floreros que parecen naturales, encontraron en Esther un lugar sano, libre de contaminación. Y es que ella ha sabido utilizarlas. Es por eso que al ser recicladas, van a adornar algún lugar en otra casa como adornan su hogar.

En cuanto a la siembra de bonsai que tiene, señaló que comenzó a sembrarlo hace ya cuarenta años y que le gusta tanto que hasta lo elabora utilizando masa flexible. No repite sus creatividades y esto la hace ser más inventiva, por eso muestra sobre su mesa una variedad de figuras (muñecas), jarro y flores al lado de un pinocho grande vestido de blanco con sombrero negro, camisa blanca con cuatro botones negros y bufanda roja que adorna su cuello. Esta señora sentada al lado de su mesa vistiendo una blusa con cuadros blancos y marrones claros con flores, pantalón gris y zapatos negros, lleva a los visitantes a llenarse de su pasado y presente creativo mezclando su historia con las combinaciones de sus alegres colores.

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