jueves, 23 de abril de 2015

Opinión: Pecado y purgatorio

Por: Econ. Antonio José Rivera Chávez
profetanoskagamus@yahoo.com

La tan alabada honradez en los discursos públicos necesaria para cubrir con el barniz de la pulcritud la realidad y las circunstancias en materia administrativa puede llevar a uno que otro iluso creyente a convertirse en pecador imperdonable cuando siguiendo esta farsa del fundamentalismo demagógico se haga de una armadura para lanza al ristre (tal cual Don Quijote)arremeter contra la corrupción en la Administración Publica hiriendo lo mas coherente de las actividades financieras del Estado como es su esencia delictiva disfrazada de buenas acciones desde la Delincuencia Burocrática Organizada.

Locura inaceptable negar la facultad de los burochorocratas para a nombre del pueblo meter la mano en el Erario para nutrir su propio ego ávido de la cultura monetaria consumista. Requisito indispensable del empleado publico para su permanencia en el sistema nacional de Nomina tolerar y auspiciar el “canto” de la Caja Registradora cuando se toca el “piano al revés”. Todo lo contrario involucra el paso de la tranquilidad hacia el purgatorio de la persecución y marginamiento como enemigo de número de la Clase Burocrática y sus derechos mal adquiridos. Patente de corzo del privilegiado camarada, compañerito o militante de la misma ruta donde la corrupción se hizo popular como para regarnos la conciencia para ocultar la verdad de nuestra historia. Aberrados aquellos que presentan cuentas claras o militan en las filas del hombre honesto. Principio elemental de este hombre nuevo corrupto: “Hay que hacerlo pero hay que saber hacerlo” voz del experto en las mejores formas de “morder” los Fondos Públicos para el propio peculio pero dominando el arte de las tracalerias con sabiduría. En este sentido los finiquitos van y vienen. Donde hay faltantes con métodos y organización surgirán sobrantes para darle dinamismo a la mano depredadora de las riquezas del pueblo.

El inadaptado vagara ya no entre archivos y escritorios si no por las calles del olvido sin recompensa alguna por peligroso agente de la enfermedad de la pulcritud en el desempeño de las funciones.El virus adquirido es mortal para el ciudadano inoculado de principios nada compatibles con un burocratismo nacido en las crecidas del excremento del Diablo en las cuales por costumbre el hombre pierde el conocimiento para embriagarse con el dólar ajeno de cada día. El corrupto por otra parte servirá de ejemplo patrio invadido por los hábitos del bandido pero entre bombos y platillos se desplazara uniformado sobre los vestigios de los Libertadores en un canto de guerra contra las buenas costumbres. Manos redobladas para la succión desde el Pozo de la Dicha del Tesoro Nacional de los sagrados Fondos Públicos convertidos en obscenas órdenes de pago para mantener el proceso donde se despedaza el Bolívar y se convierte en Dólares fuertes. Todo esto aplasta la vida del hombre limpio y lo desplaza hacia lo inútil en el fango de lo desconocido.

Por ahora los locos y/o pecadores no serán lo suficiente para separar de las Arcas a los malhechores pero algún día vendrá “la revolución del manicomio” para descanso de los malos hábitos y la corrupción.

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