domingo, 24 de enero de 2016

Opinión: El secretismo como norma

Por: JOSÉ ISIDRO CORDERO

No debe sorprender a ningún venezolano la actitud de negativa, de los miembros del Tren Ejecutivo, de comparecer ante la Asamblea Nacional, genuina representación de la voluntad popular. ¿Es válida la excusa de apelar al secreto de Estado, bajo la tesis de salvaguardar los intereses nacionales, para abstenerse de comparecer ante la Asamblea Nacional con la finalidad de explicar al pueblo por qué el Decreto de Emergencia Económica y cuáles serían los mecanismos reales d3e implementación y ejecución?

Sin ninguna propensión al sectarismo, debemos admitir la calificación de insustancial del planteamiento oficialista. Incluso, para una parte significativa de la reducida base popular todavía adscrita al oficialismo, el hecho de querer seguir manteniendo los asuntos de gestión pública en completo hermetismo, bajo un cerrado secreto, no ayuda a la búsqueda de soluciones efectivas a los problemas gravitantes sobre el país. No existe actualmente en Venezuela grupo social alguno con capacidad inmunológica frente a la virulencia de problemas como la inseguridad personal, la escasez galopante, el alto costo de productos de la dieta diaria –cuando se consiguen-, las pocas oportunidades de trabajo digno, la desbocada inflación, la falta de medicamentos, incluso para enfermedades rutinarias comunes.

Por supuesto, esa tendencia del oficialismo a mantener los actos administrativos de la gestión pública en absoluto secreto no es una aberración de ahora; viene desde génesis de los gobiernos de la “revolución bolivariana”. Ejemplos de estar todo dominado por la más ortodoxa doctrina del secretismo hay por demás: ¿Quién de los venezolanos sabe o tiene una idea clara sobre el contenido de los convenios con Cuba, China, Irán, Rusia, Bielorrusia, Petrocaribe? ¿Por qué Maduro emite una resolución presidencial prohibiendo al Banco Central de Venezuela dar información sobre los índices económicos? En esos tópicos el secreto es máximo, pero la exageración llega a algo insólito: ¿Quién de los venezolanos sabe o puede dar fe de las verdaderas causas de la muerte de Hugo Chávez, de la fecha de su muerte, si realmente sus restos están en el mausoleo de La Montaña? Sería un espécimen raro, quizás de la condición de un Celacanto, la existencia de una persona normal y corriente del país, con conocimiento exacto de lo indicado. Aún más, otro ejemplo del secretismo: ¿Quién de los venezolanos tiene cálculo exacto, o aproximado, de la cantidad de dinero en los bolsillos o cajas caudales de los altos funcionarios públicos enchufados en este Gobierno, desde los tiempos iniciales? Nadie. Porque esa tendencia a mantener todo en secreto, y despachar la gestión pública mediante slogans, proclamas, arengas populistas y propagandas, es condición genética de todo mandatario con tendencia dictatorial, absolutista y con credos ideológicos insostenibles. Es decir, de todo mandatario propenso a la mentira.

En la aguda situación de crisis económica y financiera por la cual atraviesa el país, la petición de auxilio hecha por el Gobierno debe ser revisada con sentido de responsabilidad, como así lo hizo la Asamblea Nacional; y esa revisión debía hacerse con ausencia de cortinas, como así lo pidió la Asamblea Nacional. Pero el Gobierno, dispuesto a ocultar muchas cosas, exigió una revisión del Decreto de Emergencia Económica, bajo una especie de “secreto confesional”. Entonces, la Asamblea Nacional, interpretando la petición popular de cuentas claras, optó por lo correcto: desaprobar la aplicación de dicho Decreto.

BRISAS SUAVES

NO TENGO CLARO sobre las consecuencias o el destino de un funcionario público ubicado plan en de desacato a la petición de la Asamblea Nacional de comparecer para explicar los alcances de algunas políticas públicas inherentes al cargo en desempeño. En la mal llamada cuarta república, la desobediencia de un funcionario público al llamado del entonces Congreso Nacional, lo hacía meritorio de sustitución del cargo. No sé si eso procede ahora…

ES UNA VERGÜENZA nacional; de ese hecho debería dar cuenta la Canciller de la República. Por retraso en el pago, la República de Uruguay le retira el suministro de productos alimenticios a Venezuela. Eran 150 millones de dólares a pagar por Venezuela en cumplimiento del convenio comercial. Se hizo un fideicomiso por esa cantidad; se pagaron 50 millones y, a pesar de haber cumplido Uruguay con el envío de la mercancía, faltan 100 millones de dólares para saldar deuda y nadie sabe dónde están. Como no se le acurra a la señora Delco Rodríguez, nuestra flamante Canciller, acusar a Uruguay de “injerencista”, por el reclamo del pago…

CONTUNDENTE E INAPELABLE el informe del diputado riocaribero José Guerra, presidente de la Comisión Especial para el estudio del Decreto de Emergencia Económica, presentado por el Presidente Maduro. Magistralmente expuso José Guerra las razones por las cuales debía negarse la aprobación de dicho Decreto. Una parte de su discurso nos da la intensidad del contenido total: “Este Decreto no presenta fórmula efectiva para superar los ingentes problemas que conmueven la economía del país, y no responde a las expectativas requeridas para impulsar la nación a un futuro garantizado de estabilización macroeconómica y fiscal", En la Asamblea Nacional la oposición tiene valientes trabucos: oír a Guerra, a Pizarro, a Guevara, a Calzadilla, a Matta, es estar seguros de no haber cometido error al votar por ellos… USTED VOLVERÁ a leerme.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Los comentarios aparecerán luego de ser revisados