Por: DR. ANGEL RAFAEL LOMBARDI BOSCÁN
DIRECTOR DEL CENTRO DE ESTUDIOS HISTÓRICOS DE LUZ
No es poca cosa padecer otro año más de fatiga histórica en una Venezuela envilecida y estropeada por sus cuatro costados. Ya ni siquiera el interludio de las navidades y el año nuevo logran disipar el hastío y una sensación de que nuestro futuro ha sido secuestrado.
Es una tragedia histórica la que vive Venezuela desde el mismo momento en que la ya vieja hegemonía chavista se ha propuesto engullirse al país y acabar con lo poco bueno que se hizo desde la puesta en marcha de la Democracia en el año 1958. Y es que el actual proyecto de “destrucción nacional” bebe y se inspira en las peores felonías históricas de triste recuerdo. Los Castros en Cuba, los impresentables Gadafi, Saddam Hussein, Mugabe, Putin, Alexander Lukashenko y un tal Ortega, sintonizan de acuerdo a la misma ambición: aplastar todo resabio de ciudadanía e institucionalidad; acabar con el tan necesario equilibrio de los poderes públicos; silenciar las incomodas voces de la disidencia y hacer dinamitar los más elementales fundamentos de una sociedad abierta para con ello instaurar el personalismo.
La regresión histórica es su esencia bajo el sello de una impudicia de corte irresponsable. Bajo las premisas de Goebbels no se cansan de mentir y manipular. Bajo un abuso constante, el “Gobierno de los Pobres”, ha terminado por hacer más pobres a un buen número de compatriotas. La inflación hace papilla a los sueldos y salarios junto a un desempleo que logra disimularse por la audacia del venezolano a buscarse la vida en los subterfugios de la economía informal.
Padecer este veneno es reñirse con las naturales expectativas individuales y colectivas dentro de escenarios precedidos por la incertidumbre, y la sensación, de que los referentes cívicos más elementales propios de un sistema democrático, tienden a desaparecer. En la era chavista todo luce tan precario, tan obsoleto, arbitrario y ramplón que los valores, normas, costumbres y maneras se han puesto de cabezas. Hoy la mediocridad junto a una dosis de audacia mide la curvatura de las bravuconadas de quién finge ser la autoridad sin apelantes.
Este año 2011 que se va, ha tenido como el gran protagonista, al manifestante; al ciudadano común y anónimo, pero vinculado activamente a las redes sociales que las nuevas tecnologías de la comunicación han potenciado, y que se indigna y protesta ante la contaminación, las especulaciones bursátiles, y sobre todo, ante los malos gobiernos y sátrapas egoístas a los que han tenido que sufrir, y que ya no están dispuestos a calárselos mas.
Recuperar la democracia sobre las bases de una reunificación del país con la inclusión de todos es la gran esperanza de muchos. Poner fin a las pretensiones desmedidas y desconsideradas del mal gobierno de turno es un imperativo crucial para volver a creer en un proyecto de país sano y cuerdo. Volver a vivir con optimismo. Por los momentos: nos toca resistir.
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