domingo, 11 de junio de 2017

Opinión: El exhorto como subterfugio

Por: JOSÉ ISIDRO CORDERO

En hábil maniobra, el Gobierno venezolano retira de la discusión general nacional todo el amasijo de problemas con los cuales ha venido lidiando el pueblo desde hace más de una década; problemas bien arraigados como son la falta de medicinas, la inseguridad, la escases de alimentos, la mengua en los servicios de salud y educación, el reinado de la delincuencia, la inseguridad jurídica, la falta de oportunidades de trabajo, el irrespeto a los derechos humanos, la persecución a la disidencia, la impunidad y, aun cuando algunos no le den importancia, el auge y robustecimiento de la corrupción, una actividad diezmadora de las posibilidades de desarrollo del país, y pone sobre la mesa un elemento de distracción bastante atractivo: la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente.

Desde luego, ese elemento de la Constituyente es macanudo, tiene suficiente energía para copar la escena r imponerse como primacía en la preocupación de los venezolanos luchadores contra las arbitrariedades de quienes detentan el poder gubernamental y acarician la idea de permanecer mandando hasta el fin de los tiempos. Esa primacía tiene su origen en la forma metodológica indicada por el Gobierno para llevar a cabo la elección de los diputados a integrar la Asamblea, la condición de territorial y sectorial, aceptada sin ninguna objeción por los administradores del proceso comicial, entiéndase Consejo Nacional Electoral (CNE) y Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), ambos órganos del Poder Público actuantes como si fueran coproponente del evento.

A decir verdad, nadie en Venezuela, ningún sector, ni político ni social ni económico, le tiene miedo a una Asamblea Nacional Constituyente, al contrario, muchos la estarían deseando, pero en condiciones alejada de toda tendencia a la trampa. Una condición esencial para evitar suspicacias, sería una consulta al pueblo, al poseedor de la soberanía popular, un referéndum consultivo a fin de precisar si quiere o no, en estos momentos calamitosos, una nueva Constitución. El Gobierno desechó esa senda, pero como esa ha sido una de las exigencias fundamentales, pretende enmendar la plana enviando un exhorto a un ente inexistente: la Asamblea Nacional Constituyente para que lleve a referéndum o consulta popular el resultado de sus deliberaciones. Tal exhorto se percibe como la ampliación de los mecanismos tramposos inmersos en la propuesta.

La aprehensión viene por vía de la noción de la palabra “exhorto” y del instante de su aparición en el tablero. ¿Qué es exhortar? Conforme a las acepciones del Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española –y resumiendo- no es más que pedirle a alguien, a quien se supone en condiciones jerárquicas iguales, que actúe de cierta manera. En ese sentido, el destinatario del exhorto no está, por fuerza de ley constreñido a cumplir con el petitorio. Por ejemplo, ¿cuántos exhortos le ha hecho la comunidad internacional al Presidente Maduro referentes a poner en libertad a los presos políticos, a respetar los derechos humanos, a admitir la ayuda humanitaria, a abrir un proceso de diálogo sincero, a despejar el camino para la celebración de elecciones pendientes en Venezuela? Cualquier cantidad de exhortos. ¿Cuántos de esos exhortos ha atendido el Presidente Maduro y le ha dado respuesta satisfactoria? Lamentablemente, a ninguno. Además, emulando la conducta del Presidente Maduro, si se llegara a elegir la Constituyente, ésta pudiera desestimar el exhorto argumentando su condición de poder originario y ese petitorio pasaría a evidenciarse en su realidad: un subterfugio.

BRISAS SUAVES

¿CUÁNTOS MÁS ESTARÁN haciendo maletas? Ya es alto sabido. Una magistrada principal del TSJ venezolano salió de vacaciones para España, hará cosa de un mes, y ahora de resiste a regresar a Venezuela. Por otra parte, lamentando el suceso, nos llega la información de suicidio del Secretario de la Sala Civil del TSJ. No sabemos las razones, pero en este desenfreno de acontecimientos caracterizado por el maltrato y represión a la juventud, llevado a cabo por las fuerzas dl orden público, cualquier pensamiento sobre las causas podría merecer consideración… LE PEDIMOS UN PRONUNCIAMIENTO a las autoridades sanitarias de Cumaná. El caso es el siguiente: Por circunstancias de una realidad en el pasado, el cementerio público de Cumaná fue ubicado en un sitio cercano al castillo San Antonio, y en la actualidad, debido a la expansión demográfica y el crecimiento urbano pasó a estar en el centro de la ciudad. Por supuesto, con el correr del tiempo se ha saturado y el señor Alcalde, David Velásquez, se le ha ocurrido la idea de solucionar el servicio de camposanto construyendo un crematorio en la ladera del castillo; es decir, en pleno centro de la ciudad. La comunidad le ha indicado sobre el problema sanitario y su respuesta, según me han informado, es: “Yo soy el jefe de la ciudad, y el crematorio va allí, porque sí“. Repito, ¿alguna autoridad sanitaria le puede señalar al señor Alcalde el inconveniente?... CON LA RESPETABLE autoridad ganada a punta de oposición a gobiernos oprobiosos, Nelson Mandela Dijo en cierta oportunidad: “Un gobierno que emplea la fuerza para imponer su dominio, enseña a los oprimidos a usar la fuerza para defenderse”. Es clarísimo el mensaje. USTED VOLVERA a leerme.

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