domingo, 30 de septiembre de 2012

Opinión: Camino totalmente despejado

Por: JOSE ISIDRO CORDERO
ventanapan2@yahoo.com

¿Alguien, en estricto apego a la realidad del país, comenzando el mes de junio de este año, se hubiera arriesgado a darle un centímetro de oportunidad a ese simplísimo slogan de tres palabras: “Hay un camino”, como grito de combate para una batalla electoral? Esa expresión que surgió, no de una sala llena de expertos en comunicación social, especialistas en realizar ejercicios de “tormentas de ideas”, sino de un gorjeo del recién escogido candidato presidencial de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) en elecciones primarias. Ni siquiera surgió como expresión exclamativa, nótese que está escrita, en las pancartas y afiches como se captó su sonido, sin signos gramaticales. Esa expresión que salió sutilmente de la garganta de Henrique Capriles Radonski, dicha con la firme convicción de que se convertiría en un asustador estruendo, un poco semejante –salvando distancia en el tiempo y personaje- a aquella expresión del predicador de las orillas del mar de Galilea: “Yo soy el camino…”. En efecto: “Hay un camino”, se ha convertido en una expresión parabólica, en la cual se encuentra interpretado todo el bagaje de esperanzas que anida en el espíritu de los venezolanos ansiosos de paz, concordia y fraternidad.

Por tal razón: “Hay un camino”, esa consigna minúscula, ha superado en larguísimo trecho a cualquier otra surgida en los fragores de la lucha por el poder político gubernamental en Venezuela. Ha pasado a ser contraseña de adhesión a una causa estimulada por el deseo de dejar atrás la violencia, la sectorización clasista, la exclusión, la opresión física y psicológica y la intolerancia. Su fuerza contundente contra toda ambición de poder, dispuesta a convertirse en instrumento de degradación humana y de acción retrógrada hacia la barbarie, es inusitada; tiene una potencialidad incalculable.

Ya los venezolanos perdieron el temor y disiparon la aprehensión de que el camino anunciado por Capriles pudiera estar obstaculizado por insalvables cúmulos de malezas y por hostiles actitudes de quienes, hasta hace poquito tiempo, se creían dueños absolutos de la existencia de cuanto ser vivo o inanimado mora sobre el territorio nacional. Los venezolanos perciben con claridad meridiana que el camino, el señalado por el conductor de las nuevas generaciones, está totalmente despejado para ir, con tranquilidad y seguridad, a ofrendar el voto de la salvación de la patria.

BRISAS SUAVES
A LOS SUCRENSES nada tengo que decirles, distinto a lo que vieron y les conmovió de la llegada de Henrique Capriles Radonski a Cumaná, este miércoles 27. Necesitaríamos una capacidad narrativa, como la del escritor Leonardo Padrón, para dibujar, con palabras, el furor que en Sucre vivimos ese día. Pero sí, algo debemos decir sobre la repudiada actitud del Gobernador del estado Sucre, que al frente de un cuerpo artillado de motociclistas, se dispuso a estorbar el paso de la caravana y de la inmensa cantidad de personas que acompañaban a Capriles por calles, urbanizaciones y barrios de Cumaná, en su recorrido de casi tres horas. El Gobernador, que señalaba con su dedo anular a todo el que le venía en ganas, tuvo que ser llamado a presencia del comandante de la Guarnición Militar, quien, supuestamente, le llamó sobre la responsabilidad que caería en él si sucedía algún hecho no deseable, y lo retuvo en el cuartel, desde las tres de la tarde, hasta las doce de la noche cuando consideró que ya en las calles no había vestigio alguno de gente que apoya a Capriles; desde luego, dicen que la retención fue por órdenes superiores del Alto Mando del Plan República…

EN UN MOMENTO de reservada conversación con su equipo de campaña en el estado Sucre, Luis Herrera Campins, nos dijo: “Si logramos igualar o acercarnos bastante a la fuerza electoral de nuestros adversarios –así se decía en tiempos atrás: adversarios- en el oriente del país, tengan la seguridad que el triunfo electoral será nuestro”. Pues bien, en Sucre nos acercamos tanto que, por primera vez en la historia, logramos un Senador, de dos; Luis Herrera, en efecto, ganó. Esto viene al caso, porque actualmente, después de 14 años, las fuerzas político-electorales del oriente se están moviendo hacia la oposición. Tenemos como ejemplo al estado Monagas: coto cerrado del chavismo. Ahora, Capriles llamó a sus partidarios a la capital, a Maturín. La asistencia llenó, de cabo a rabo, la avenida Juncal (para quienes no la conocen, una avenida más o menos del largo de la avenida Bermúdez de Cumaná, pero cuatro veces su ancho). Chávez se rehusó a quedarse con la espina clavada, fue este viernes pasado, y apenas pudo llegar a tres cuartas partes de lo que conglomeró el flaquito; es decir, oriente ve el camino…

VISITÉ EN SU LECHO de enfermo –en su casa- al doctor Eleazar Guillent, cronista de este diario y director del Archivo Histórico del Estado Sucre. El doctor Guillent se encuentra muy delicado de salud, producto de un virus que contrajo removiendo documentos antiguos de dicho Archivo, y se lamenta de que la Gobernación le ha negado ayuda para un tratamiento adecuado que lo libere del mal. Según él, la negativa de la Gobernación surge porque se me niega a asumir actitud de “foca”, dispuesta a aplaudir los desmanes del gobierno…

EN ESA LARGA caminata persiguiendo a Capriles, pasando ya por la zona donde antes estuvo El Indio de Cumaná, un señor que andaba en el mismo afán me detuvo, sacó de su bolsillo un papelito a raya, bien dobladito, y me dijo: “Tenga, esto lo cargo en mi cartera desde hace casi un año, para entregárselo a usted, léalo cuando pueda”. Tomé el papelito lo coloque también en mi cartera y al llegar a mi casa, después de la maratónica marcha con Capriles, lo leí, decía: “Su columna “Visión Panorámica” –intuyo que quiso decir: Ventana Panorámica-, me obliga a comprar todos los lunes, el diario Región. Lo felicito. Un lector”. Gracias lector, usted me halaga demasiado en mi esfuerzo semanal…
USTED VOLVERA a leerme.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Los comentarios aparecerán luego de ser revisados