Por: Antonio José Rivera Chávez
guaripeterojo@outlook.com
Mientras el burócrata se aplica a fondo en los requisitos cuando Juan Pendejo recurre a cualquier puesto de Control Fiscal para obtener el visto bueno del mismo por otra parte observamos los casos ya suficientemente publicitados sobre el “macroguiso” del siglo XXI de CADIVI y los Veinticinco mil millones de dólares evaporados en un organismo altamente minucioso con los ciudadanos comunes no solo nos salta la CIA( Corriente Interna de Arrechera) al cuerpo si no que entendemos que el “terror al poderoso” y el maltrato al hombre común es parte de esta mentalidad nada valerosa y necesaria para el servicio publico y por el contrario es condición para la vigencia de la corrupción en nuestra vida diaria. Miedo al Poder y desprecio por el trabajador .En estos términos es imposible lograr el objetivo de adecentamiento de la sociedad.
Si estos temerosos burócratas estuvieran ganados para la acción honesta sin importar las consecuencias, sin temor al mando del burochorocrata no se hubieran presentado tantos delitos contra la Cosa Publica y el Estado estuviera en una condición financiera más ajustada a las necesidades actuales. Antes que todo es indispensable generar, cambiar ese miedo al Poder para pensar en un funcionario activo contra la corrupción venga de donde venga. Es obvio que si el burócrata se hace de oídos sordos al delincuente “apoyado” por otra parte aprovechara la circunstancia para también meterse unos cuantos dólares o bolívares en su bolsillo siguiendo el ejemplo del pillo mayor.
La tal Policía (especial) anti corrupción por lo demás tiene como defecto lo que seria la rendición de cuentas ante el Presidente de la Republica para luego proceder ante la justicia y ya esto es motivo especial para la inhibición del actuante sabiendo que por esta vía (política) se puede solventar el expediente y el honesto funcionario ser cambiado,marginado,renunciado o destituido para mantener en vigencia el Método del Miedo como sistema administrativo.Mas debían deben incentivarse las acciones libres de los funcionarios contra los pillos de los Fondos Públicos sin recurrir a instancias especiales y calificar bien esta acción con ascensos o bonos. La misma farsa prevaleció por años en la llamada Cuarta Republica y al final la corrupción mino la actividad administrativa hasta nuestros días. Lo correcto es ingeniar métodos para estructurar la defensa de la honestidad entre los servidores públicos como tarea básica para destruir la trama corrupta consolidada por siglos en nuestro territorio.
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