sábado, 7 de mayo de 2011

Amalio Solano/"Irapa de ayer"

Por: Amalio (Mayito) Solano
amasol-5@hotmail.com

El contrabando de esclavo existió en Irapa, estos eran traídos desde el Africa, Martinica, Trinidad, Nigeria, San Vicente; Guadalupe entre otras regiones. César R. Delgado, en la investigación que realizó, encontró que desde el año 1823 hasta 1844 se hicieron ventas, traspasos y se les dio la libertad a esclavos y esclavas que estaban en poder de hacendados. En el libro Irapa, en el recuerdo…, su autor hace mención de todas estas transacciones.

En el siglo XIX y parte del siglo XX, el pueblo irapense vio llegar hasta su puerto las goletas, balandras, transatlánticos entre otras embarcaciones que llegaban con sus turistas a disfrutar de los alegres carnavales. Y durante los otros meses del año llegaban de visita, así como, también los comerciantes a realizar sus actividades comerciarles relacionado con el cacao.

Habitantes de este pueblo también fueron dueños de embarcaciones como las mencionadas, que utilizaban para transportar sus mercancías hacia otros lugares. Aquí echaron raíces los Franceschis, Colombani, Baradat, Hossne, Pamphile, Mujica, Laffont, Meneses entre otros.

En Irapa se pueden ver esas casas altas que muchos de sus dueños las han dejado solas, por lo que se nota el abandono que entristece al pueblo. Son casas con puertas altas y grandes ventanas, construcciones de los siglos XIX y XX que con sus deterioros se van llevando un cargamento de historia con ellas. Sólo podemos ver a través de fotos la desaparecida casa de estilo antillano conocida como La Palomera o La Jaula. Esta hermosa casa estuvo ubicada en una esquina, de la calle Mariño cruce con Carabobo, frente a la plaza de la iglesia y perteneció al señor Gorge Gredes,

La casa también de estilo antillano ubicada en la calle Mariño, cerca de la anterior, perteneció al señor Emilio Baradat, un margariteño que tenía hacienda de cacao, al fallecer él y luego su esposa, los hijos se mudan a Caracas y la venden al a Juan Pedro Rivas en 1940. Al pasar los años este señor se la vendió a uno conocido como “Llemeche”. Cuando la hija hereda la casa, se la alquila al doctor Freddy Mocary.

En 1960 se la alquilan a Jesús Domínguez, conocido por la mayoría como “Chuchú Domínguez”, quien la habita por muchos años con su señora e hijos. Allí tenían ellos el famoso “Hotel Irapari”, hasta que decidieron entregar la casa, y al no ser más nunca habitada, quedó abandonada. Hoy sólo se puede ver el esqueleto de lo que fue una bella construcción que en silencio nos habla de un pasado en el pueblo.

El surtidor, éste está hecho de concreto, es un tanque que mide 4 m de largo por 4 m de ancho y unos 6 m de alto. Fue construido a finales del siglo XIX a una distancia más o menos de 200 m de la orilla de la playa. Los barcos que llegaban al puerto, descargaban el combustible almacenándolo en este tanque que luego era distribuido en el pueblo y llevado a los campos en barriles de madera transportados en burros.

El cine Tropical Irapa, ubicado en la calle Bolívar, era la diversión de todas las noches. Gente del pueblo y de los campos acudían para ver sus películas; y en la heladería compraban helados y jugo. En la bodega de Bruno Rondón, el cuartito o “carterita” de anís y lo echaban en un envase de jugo para pasar al cine con las bolsitas de maní que le compraban al Ñeco de El Chuare y a otros jóvenes que con su pregón se les oía decir a las puertas del cine “Maní, maní”.

Las mujeres y también los muchachos no dejaban de pedir medio (0,25) para completar la entrada y poder comprar el tique para ver la película. Una vez dentro del recinto, los fumadores dejaban escapar de sus bocas el humo del cigarrillo que se perdía en el espacio.

Este cine-teatro tenía una taquilla en forma de media luna en la entrada con dos pequeñas ventanas, rejas plegables, escaleras para llegar al balcón, una sala de preferencia con butacas, otra sala a la que llamaban patio con una puerta ancha con “Santamaría” para la salida y un escenario donde llegaron a presentar actos culturales. Las paredes que dan a la calle tenían colocados en la parte alta dos ventiladores en dos surcos para mantener ventilado el ambiente

De los pocos carros que había, estaba el famoso autobús de los años ´50, ´60 de nombre “San José de Irapa”, del año 1943, era un Diamont que perteneció a Ramón Rausseo Díquez. La camioneta “Pana” de color rojo perteneciente a Julio Cayita, quien hacía viajes para El Tigre. El panadero conocido como “El Indio”, también tenía una camioneta donde salían a repartir el pan al campo. Igualmente el señor conocido como Ñanguito, dueño de la panadería “La Flor de Paria”. También tenía una de color verde, para distribuir los panes, las meriendas, las cucas, las rocas dulces, las rebanadas etc.

La botica de Kelita, estaba ubicada en la calle Bolívar, a media cuadra más debajo de donde estaba el cine.. Y un día a alguien se le ocurrió decirle a otro “Estás más poquito que el mostrador de Kelita”. Esta frase quedó sembrada en el pueblo y se la aplicaban a hombres y mujeres cuando estaban flacos o flacas. Todo esto viene porque el mostrador de la botica de esta señora que era su dueña, tenía unos treinta centímetros de ancho. La farmacia de Valentín Vallenilla, donde preparaban remedios y las mujeres lo consultaban cuando tenían a sus hijos enfermos o algún otro familiar, se encuentra en el mismo sitio frente a la CANTV. Y la farmacia de Francisco “Pancho” Lazardi, también en su mismo sitio, pero en manos de otras personas.

La Casa Kennedy, que se encuentra ubicada en una esquina entre la calle Carabobo con la Bolívar frente al antiguo cine, fue la principal casa exportadora de cacao. Allí recibían las cosechas traídas de los poblados como Soro, Yoco, Río Grande Abajo y Río Grande Arriba; Río Chiquito Arriba, Campo Claro, Vericallar entre otros pueblos. Esta Casa Kennedy, sirvió también de consulado.

La bomba de gasolina, propiedad de Juan Rausseo, conocido como “Juancho”, estaba ubicada en El Chuare, vía principal que conduce al río para unirse a la carretera de tierra amarilla que va hasta el caserío de Río Chiquito Abajo, para salir a la panamericana que también estaba de tierra. Esta era la entrada y salida de los carros que llegaban a Irapa y de los que continuaban hasta Güiria.

El problema se presentaba en tiempo de lluvia y con la carretera hecha barro, los carros quedaban atrapados. Otro problema era el río cuando estaba crecido, los choferes y pasajeros tenían que esperar a que este bajara para poder pasar.

En el Gobierno de Rómulo Bentancourt, cuando se construyó el tramo de carretera desde la entrada de Río Chiquito Abajo, hasta la encrucijada de Irapa, para unirla con la que va hacia el Municipio Valdez, “Juancho” Rausseo tuvo que mudar la bomba para la nueva vía, y construir una nueva casa para la familia. Estas construcciones se encuentran cercanas al bar “River Side” y a la entrada que va hacia Río Chiquito Arriba y Vericallar.

Hoy después de más de cuarenta años de la inauguración de ese tramo de carretera asfaltada, todavía la antigua entrada hacia Irapa, permanece de tierra.

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